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literatura

Plantilla:Ficha de libro

La leyenda del Rey Errante es el séptimo libro de Laura Gallego García. Publicado por Editorial SM en 2003.

Reseña[]

«La leyenda del Rey Errante.» Toma como escenario el desierto y una serie de imaginarios reinos beduinos. Recrea la sociedad de los reinos del desierto y su gran amor por la poesía, ya que la novela comienza con una serie de concursos de casidas, las poesías de los hombres del desierto, y está escrita en clave poética.

Argumento[]

La novela comienza con el príncipe Walid (inspirado en el poeta Imru'l Qays), quien desea asistir como participante al concurso de casidas de Ukaz. Pero su padre, el rey Huyr, le impone una condición para ir: debe vencer en un concurso en su propia región.

El príncipe es un gran poeta, por lo que cree tener el triunfo en sus manos. Pero en el concurso es derrotado por un humilde tejedor de alfombras llamado Hammad ibn al-Haddad. Se celebra un segundo concurso en el que también vence este hombre, pero el príncipe convence a su padre para celebrar un tercer torneo y tener una última oportunidad de ganar.

En este concurso, el premio será el puesto de historiador real, un premio envenenado: el archivo lleva abandonado largos años y el nuevo historiador tendrá que reordenar todo, en una tarea que le llevará toda su vida. El príncipe Walid desea así arruinar la vida del plebeyo que lo ha derrotado por dos veces si vuelve a conseguirlo.

En el certamen, el príncipe vuelve a ser derrotado por Hammad, el humilde tejedor de alfombras, pero ya no le importa: su meta ya no es ir al certamen de Ukaz, sino acabar con el hombre que le ha impedido cumplir su sueño. Así, Hammad es encerrado en el archivo hasta cumplir su tarea y ordenarlo todo.

El hombre se desespera, pues ama su vida retirada, y esto le da fuerzas para acabar de ordenar el archivo e incluso actualizarlo. Pero Walid se niega a dejarle ir, y le ordena que le confeccione una alfombra en la que se refleje toda la historia de la humanidad.

El tejedor enloquece y se encierra a trabajar, sin comer ni beber. Muere un tiempo después, pero el príncipe descubre que ha creado una maravillosa y terrible alfombra.

Walid se arrepiente y comprende que aquél hombre estaba inspirado por "djinns" (espíritus del desierto) y guarda la alfombra en una especie de caja fuerte, pero ésta es robada por Hakim, su rawi (quien leía sus poesías en los concursos). un traidor quien desea vengarse porque Walid lo desterró por conspirar contra el visir.

Walid sale a buscar la alfombra al desierto, solo. Mientras está fuera, su reino es destruido. En su búsqueda, llegará a rendirse tres veces, y las tres el destino le recordará su misión; en la primera ocasión, se une a los bandidos, y descubre que su capitán es Amir, el hijo pequeño de Hammad; luego, a los beduinos, donde encuentra a Hasan, el hijo segundo, y conoce a Zahra, una mujer de la que se enamorará y que lo acompañará en el resto de su búsqueda. En la tercera ocasión, Walid es atacado por unos ladrones y rescatados por los hombres de un rico comerciante, que le da cobijo y lo convierte en su secretario pero Zahra ya no estaba.Walid se recupera y se hace comerciante viajando así por todo el mundo. Walid logra encontrar a Zahra, pero se relaja en lo que respecta a la alfombra. Hasta que descubre que el comerciante, que se ha convertido en su socio y su amigo, es el hijo mayor de Hammad.

Entonces emprende el viaje de nuevo. Tras muchas peripecias, encuentra a los tres ladrones de la alfombra: uno se había suicidado, otro se había vuelto loco y el tercero, Hakim, se había arrancado los ojos para no ver las imágenes enloquecedoras de la alfombra. En casa de este último, Walid y Zahra hallan la alfombra.

Walid creía que la alfombra era peligrosa, y deseaba destruirla o ocultarla, pero los dijinns del desierto le obligan a mirarla y le hacen ver que sólo es peligrosa para aquellos que no son dignos de mirarla y por ello no entienden lo que les muestra. Walid mira y ve el pasado, el futuro, miles de épocas, lugares y caminos diferentes. Pero, como dice su djinn protector, "ha crecido por dentro" y es un hombre sabio. Por ello no enloquece al mirar la alfombra, pero luego olvida todo lo que vio.

Luego, Walid se reencuentra con los tres hijos de Hammad, que le dicen que le han perdonado y alivian en gran parte sus remordimientos explicándole que su padre tejió la alfombra no porque el príncipe lo obligara, sino porque fue su último gran sueño. Le dicen además que desean compartir con él el legado de Hammad, pues afirman que era "más hijo suyo de lo que cree". Este legado es la alfombra maravillosa, que parten en cuatro trozos, con la esperanza de que, cuando el mundo esté preparado para conocerla, alguien con un alma buena encuentre los trozos y los cosa de nuevo.

Ya en paz consigo mismo, Walid se presenta al certamen de Ukaz. En él está presente un gran poeta que le dijo, cuando se enfrentaba a Hammad en los concursos, que su casida no era tan buena como la del tejedor porque, si bien estas poesías hablan del amor y el desierto, Walid no había conocido el amor ni el desierto. En aquel momento, el príncipe protestó y afirmó que sí lo conocía; ahora, habiendo conocido a Zahra y caminado por el desierto tanto tiempo, comprende que el hombre tenía razón. Y, de hecho, su casida es lo sufiecientemente buena como para ganar el certamen Como deseaba hace tanto tiempo, su nombre será colgado entre los velos de templo de Kaaba. Pero ahora se presenta como El Rey Errante, y ése será el nombre escrito, pues no busca gloria, sino cumplir un sueño.

La novela ganó el Premio Barco de Vapor en 2001.

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